Aínsa, en el Eje Subpirenaico
EL Ministerio de Fomento licitó ayer las obras de mejora de la travesía de Ainsa, un trayecto de cerca de dos kilómetros que se integra dentro del la carretera N-260, más conocida como el Eje subpirenaico. La obra tiene una doble importancia, tanto por cuanto interesa a un trayecto viario por el que cada día se va a incrementar el tráfico, como por cuanto es el principal elemento vertebrador de la villa de Ainsa que progresivamente ensancha su urbanismo en torno a la misma, especialmente por lo que respecta en dirección a Campo, en el término de Banastón.
Aunque con frecuencia nos referimos a los grandes ejes carreteros de Aragón y de nuestra provincia -el Somport-Valencia y el Pamplan-Lérida, ambos en fase de reconversión en autovía- no debemos olvidar la trascendencia que en nuestro mapa viario tiene esta carretera nacional, proyectada para ser la unión más corta entre el Cantábrico y el Mediterráneo y, sobre todo, para evitar el difícil acceso a los valles pirenaicos, a través de una carretera que facilitara la comunicación transversal.
Se trata de un proyecto que nació en los albores de la democracia y que no se realiza con el ritmo que merece, acumulando evidentes retrasos que perjudican tanto a la consolidación de las poblaciones afectadas, como al desarrollo turístico del Pirineo. El territorio altoaragonés, seguramente el que cuenta con mayor accidentalidad y dificultades orográficas, es donde se registran mayores retrasos en la construcción de esta vía, que en su mayor parte moderniza y mejora el trazado anterior. En este sentido, faltan los dos tramos que deben tener más incidencia en el conjunto del trayecto por Huesca. Por una parte, el conocido como Yebra de Basa-Fiscal en el que se está trabajando, tras diversas modificaciones y demoras por causas medioambientales y presupuestarias. Se trata de una carretera que aproximará las zonas del Sobrarbe y el Alto Gállego y que supondrá una ruta alternativa desde Ainsa y Boltaña hacia Huesca y Zaragoza. Por otra parte, la unión entre Campo y Castejón de Sos, con el congosto del Ventamillo como obstáculo casi insalvable, ha supuesto y supone un cuello para quienes acceden o salen del valle de Benasque y la estación de esquí de Cerler. Es de esperar que esta legislatura que empieza veamos próximamente concluido el primero y adelantadas las obras del segundo.
Fuente: Diario del AltoAragón